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martes, 7 de julio de 2015

Esquel; En tierras Tehuelches

Esquel visto desde La Hoya

Llegamos a Esquel después de 5 horas y media de viaje y 286 kilómetros entre curvas de la cordillera, paisajes con lagos hermosos y pintorescos pueblos de madera. Llegamos en la noche así que yo venía abriendo los ojos para identificar rutas y poder llegar a casa de Mirta, una cumpa que conocí en la Escuelita Zapatista a finales del 2013. Cuando bajamos del bus, ella ya estaba ahí junto a Fernando. Fue tan grato verla a ella y conocer a Fernando “No podía dejar que los cumpas de México se fueran solos hasta mi casa ¿Cómo no iba a venir por ellos?” – dijo Mirta.

Llegamos a casa de la familia Rivarola Belachur, mismos que nos hospedarían. Había una comitiva de bienvenida digna de un representante diplomático. Cerveza, vino y unas empanadas (que estaban deliciosas) horneadas por la misma Mirta esa tarde. Esa noche, con un partido de Boca Junior de fondo, estuvimos charlando hasta tarde, hasta que se acabaron las empanadas y el sueño venció.
Entre plática y plática nos fuimos convenciendo de que la empresa de llegar hasta el “fin del mundo” y hacer un madonnari allá era económicamente kamikaze, así la tierra del fuego se convirtió en un “nos vemos a la salida”.

Esquel es el pueblo más importante del departamento de Futalefú, en la provincia del Chubut. Fue territorio de la nación Aonikenk o Tehuelche, aunque su nacimiento actual se ubica en 1906. Es un pueblo chiquito de 32mil habitantes que aún conserva sus bosques, sus cerros y sus ríos de agua clara y transparente. Y digo que aún, porque aquí la minería ha intentado entrar para volar un cerro y sacarle pepitas de oro. En el 2003 el pueblo se unió y mediante una consulta popular logaron echar a las minas y sus mercenarios, digo sus emisarios. Como es de esperarse las mineras no se rinden, pero la gente de Esquel tampoco y la defensa de la vida continúa, y el agua sigue corriendo limpia y clara.

El pueblo es muy interesante, es decir, la gente muy interesante y hay muchas cosas para hacer o visitar. Entre otras fuimos al centro de esquí “La Hoya” (en el momento sin nieve) en cuyos alrededores de vez en cuando se pueden observar guanacos, se puede visitar la laguna Zeta, un lindo espacio para hacer picnic y que forma parte de un circuito de una carrera pentatleta que se hace una vez por año. Alejandra nos llevó a una parte del Parque Nacional los Alerces donde hay una presa lindísima (Amuti Quimei) y que no cobran, porque en la entrada principal cobran $180 a extranjeros, sin embargo alberga unos paisajes lindísimos con vegetación patagónica de cordillera. También se puede visitar la “Trochita” que es un tren (ahora turístico) con una troca angostita de 75 cm., la única de ese tipo en funcionamiento en el mundo. También se tiene el “Cine con Vecinos Esquel” que es un grupo de gente que realiza cine amateur.

Una de las tardes realizamos un madonnari afuera de un negocio en una calle principal de la ciudad. El tema fue relativo a la conservación de la vida. Tuvimos bastante éxito, a la gente le gustó bastante, niños y señoras se acercaban a preguntar y a felicitarnos. El dueño del local insistía en que debía existir una forma de preservar la obra, fue una experiencia maravillosa.

Cada noche que pasamos allí fue una celebración, en una de esas nos prepararon unas “Pizzas caseras al horno y vegetarianas” bajo el comando de Rodrigo Gajardo, igual hubo vino, cerveza y muchas carcajadas cortesía de la Susan. Observando la convivencia que tienen no es difícil entender porque han sido capaces de agregarse para defender su patrimonio natural. 

Se llegó el momento de despedirse, y una mañana nos fuimos con rumbo a Córdoba, 1800km de viaje, 26 horas y solo dos paradas. El costo $800 por persona.


Fabuloso recibimiento en casa de los Rivarola-Belachur



La plaza donde se convoca al pueblo para discutir los asuntos públicos





Presa Amuti Quimei


Presa Amuti Quimei


Haciendo madonnari en Esquel

Las fabulosas pizzas vegetarianas de Rodrigo

Centro de Esqui "La Hoya"


Monumento a "La trochita"

Laguna Zeta

Fernando y Alejandra, nuestros estupendos hospederos

Paisajes de la carretera