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sábado, 23 de enero de 2016

De Santa Cruz a La Paz y Coroico

Coroico

Estuvimos todo el día en Santa Cruz de la Sierra, hacía ya varios años que no pasaba por acá, fuimos a los lugares de siempre, al mercado de las tejas, a la plaza principal donde sus vendedores de café muy uniformados pasean lo carritos vendiendo el café a 3 bolivianos. Por la tarde y fuimos a comer a unos restaurantes que hay enfrente de la terminal de autobuses, ahí conocimos a Jean, un franco-australiano que se sentía feliz de poder comunicarse con alguien en inglés en varios días. En la terminal vi a unas mujeres jóvenes y ancianas, con niños y solas sentadas en el piso y vendiendo algunos productos. Me acerqué y compré un par de bolsitas. Su aspecto bastante diferente al de los indígenas andinos me llamó la atención, así que les pregunté su origen étnico, me dijeron que eran de la nación Ayoreo, un grupo nómada de la región del Chaco, me conmoví, estaba ante un grupo de personas cuya forma de vida está en franca extinción. Pensé en los siglos que debieron transcurrir en la formación de su pueblo y en los siglos de resistencia ante la occidentalización que al final parece terminar de tragárselos.

Salimos por la noche rumbo a Cochabamba, ahí hicimos un transborde rápido rumbo a La Paz.
En la Paz planeábamos estar una o dos noches, así que buscamos pronto un alojamiento en el centro, se veía muy diferente la ciudad sin el alboroto del carnaval, pero subir esas calles a más de 3000 metros de altura seguía siento igual de difícil. Nos alojamos y salimos a andar por ahí. Me decidí a hacer un madonnari enfrente de la Iglesia de San Francisco. Había restos de un madonnari que un chileno había realizado el día anterior. Elegí un Emiliano Zapata para esta ocasión. La gente comenzó a agolparse y entre la multitud escuché un grito que dijo “a ese Emiliano le falta el pañuelo rojo en el cuello” – en definitiva era alguien que sabía. Me resultó muy curioso ver como las señoras con sus trajes enormes venían a dejarme monedas. Al final del trabajo un hombre se me acercó y me dijo sentirse conmovido, me dio un abrazo, él indígena de unos 60 años me comentó que estuvo en las protestas de “El Alto” que culminaron con la renuncia del presidente Sánchez de Losada en 2003.

Coroico

Unos días después decidimos ir a visitar “Los Yungas” por la famosísima “Carretera de la muerte”. Primero para llegar a la estación de la que salen los minibuses que van a Coroico, es toda una odisea, hay que ir en taxi a una terminal que está lejísimos que se llama “Terminal Minasa”, se puede ir en bus, pero con tanta maleta no podíamos hacerlo. Una vez en la terminal Minasa, nos subimos a un minibús de “villa Fátima”, bien apretados para 9 personas, se meten 11.

El trayecto en sí mismo vale mucho la pena, como empieza uno a salir de la capital, los suburbios, la represa Incachaca que suministra agua a la ciudad. La puna de pronto se congela estamos entre picos nevados, y podemos ver algunos osados que han acampado por allí. Se alcanza una altura máxima de unos 4000 metros de altura y entonces se empieza un descenso hasta Coroico. Por la carretera se ven los ciclistas que van a bajar por la “Carretera de la muerte”, se comienzan a ver “Los Yungas” que es el bosque de niebla andino, aquí, dicen, se puede ver al Oso de Anteojos, Oso andino o Jucumarí (Tremarctos ornatos).

Seguimos descendiendo y se pone más verde el paisaje con helechos arborescentes y muchas epífitas, el calor empieza a aumentar y tenemos que quitarnos las chamarras. Como la carretera se está mejorando (la actual tiene muchos deslaves) debemos tomar un camino alternativo que es menos cómodo pero más interesante.

Finalmente llegamos a Coroico y nos instalamos tan rápido como pudimos. Coroico es un pueblito pequeño y pintoresco, con estrechas calles, que en el momento estaban de mantenimiento. Dicen  que en estas montañas de Coroico se puede ver el “Tunki” (gallito de las rocas en español, Rupicola peruviana en latín). Aquí en Coroico hay una serie de cascadas que se pueden visitar, se puede ir en taxi o caminando, en realidad el pasaje es barato, pero decidimos ir caminando. Solo llegamos a la primer cascada después de 7km, la verdad es que no es nada impresionante, incluso tenía un poco de basura, sin embargo en el camino se pueden observar asentamientos rurales y algo de las costumbres locales.

Ya de vuelta en el pueblo comimos en el mercado local, un buen api con buñuelos y asistimos a unos encuentros deportivos de la región. El pueblo es pequeño y apacible, y por la tarde en la plaza, vimos algo de lo más característico de la región, los Afrobolivianos gente de origen africano, que escapó de la esclavitud y se refugió en los yungas, integrándose con las comunidades indígenas. Es muy curioso ver a las mujeres de crespos y rizados cabellos, trenzados y ataviadas con la indumentaria de las cholitas, es una situación cultural bastante compleja.


Al día siguiente salimos temprano rumbo a La Paz, en el minibús conocimos a un Suizo que lleva varios años viviendo en Coroico a raíz de su matrimonio con una boliviana, otra historia que merece un capítulo aparte. Pretendíamos llegar a la Paz y de ahí salir pronto rumbo a Puno (Perú). Sin embargo nos topamos con que la carretera estaba bloqueada por las protestas de la gente de Arequipa (Perú) contra las mineras. No tuvimos más remedio más que quedarnos unos días más en La Paz, hasta el bloqueo terminar.

Mercado de las Tejas en Santa Cruz


Catedral de Santa Cruz

Arte en Madera, en Santa Cruz

Mercadito en el centro cultural de Santa Cruz

Cafeceros de Santa Cruz



Jean

Bolsitas de los Ayoreo, la de la derecha es de "Gravatá" una fibra vegetal.


Calle de las Brujas en La Paz




Los Yungas


Esperando que abran el camino

En la plaza principal de Coroico


Coroico





Cascada de Coroico






Afrobolivianos en Coroico

amanecer con lluvia y neblina en Coroico


En Tiempos tan obscuros abundan falsos profetas

Rostros de La Paz









Madonnari en la plaza de San Francisco