Después de
viajar toda la noche llegamos a Puerto Iguazú, y como llegamos cansados y
atolondrados olvidé mi cámara dentro del autobús. Estaba lavándome los dientes
en el baño de la terminal cuando me di cuenta que me faltaba, encargué las
maletas, pregunté en las oficinas de la empresa (Tigre Iguazú) y me dijeron que
alcanzara el autobús que iba rumbo a los talleres. Salí corriendo como un loco
y contraté al primer taxi, ahí inicié una correría al estilo de la Jason
Bourne, finalmente pude entrar a los talleres casi al mismo tiempo que el
autobús, sin titubeos el chofer me entregó la cámara, sentí un alivio enorme.
Pues bien,
por fin conoceré las cataratas del Iguazú, ya una vez estuve cerca cuando
estuve en Paraná Brasil hace 5 años, infelizmente no pude venir. Esta vez no
podría dejarlo escapar. Este pueblo sentado a las orillas del rio Paraná y del
Iguazú, es de un clima tropical y más que argentino parece brasileño, vive
alrededor del turismo sobre las cataratas y paseos en las “3 fronteras”. Aquí
coinciden los países de Argentina, Brasil y Paraguay, se habla el español el
portugués y el guaraní. Frente a la oficina de turismo hay una estatua de Luis
Honorio Rolon, un médico que fue amigo y defensor de los guaraníes y que se
perdió en la selva en una expedición científica o buscando la “tierra sin mal”.
Aquí todo mundo
te ofrece un tour a las cataratas, del lado argentino y del lado brasileño,
todo mundo te dice que debes de visitar ambos lados y que puedes ir a Ciudad
del este a comprar cosas baratas o a un zoológico que está en Foz de Iguaçu. Después
de pensarlo un poco y evaluando el presupuesto decidimos ir al lado argentino y
creo que elegimos bien. Para ir al Parque Nacional de Iguazú se toma un autobús
en la terminal, cuesta $100 (arg.) ida y vuelta (aunque está solo a 17 km).
Sale muy temprano desde las 6:30am y salen cada media hora y el último de
vuelta es más o menos cuando cierra el parque poquito después. La entrada al
parque es desde luego carísima para los extranjeros y si se sella el boleto de
entrada le cobran la mitad al día siguiente.
Ya dentro del
parque hay varias rutas, o pasarelas para ver las cascadas, una cosa imperdible
es visitar la “garganta del diablo” que es el ángulo de las cascadas, ver caer
ese volumen de agua es sobrecogedor y las palabras no alcanzan a describirlo, luego ver los vencejos enormes salir coordinados y arremolinarse al unísono y volver a posarse en las paredes de la caída es una espectáculo
delicado e impresionante. Hay un montón de recorridos por hacer, se puede ver
mucha fauna y verla desde todos los ángulos, es imperdible también ver las
cataratas desde la isla San Martín.
Pero no les
cuento más, mejor miren las fotos y los videos que les dejo, aunque no es lo
mismo verlo en imagen que sentirlo.
Puesta de sol en el Paraná
Barquita entre las 3 fronteras
Las 3 Fronteras; Al frente Paraguay, a la derecha Brasil y en la tierra que pisaba Argentina