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jueves, 30 de abril de 2015

Uyuni, el Salar y las lagunas andinas


Uyuni es un poblado que está al suroeste de Bolivia, y en sus alrededores alberga algunos de los paisajes más impresionantes que el que acá escribe ha tenido oportunidad de contemplar. Se ubica a poco más de 3 horas (en vehículo) de la ciudad del Potosí y el autobús cuesta algo así como $30 bol. Si se viaja durante la tardecilla (por ahí de as 2:00pm) se puede ver un paisaje delicioso, que personalmente me recuerda al altiplano mexicano, zona semidesértica con matorrales xerófitos y cactos columnares, casitas de piedra por acá y por allá, pastores en los lomeríos que en vez de cabras cuidan llamas.

Llegamos a Uyuni y buscamos un lugar para quedarnos, hay opciones variadas, pero casi todo está ocupado por la temporada alta, al final nos quedamos en un cuartucho que nos cobró $ 200 bol por los 4, afortunadamente tenía agua caliente y pudimos cocinar con la parrillita eléctrica.

Esa misma tarde buscamos un taxista que nos llevara al cementerio de trenes, es que verlo por la tarde es toda una experiencia. Llegamos justo cuando el sol comenzaba a `ponerse, el cielo amarillento hacía juego con los fierros enrojecidos por el óxido. No había nadie más así que tuvimos el set para nosotros solos.

Al día siguiente contratamos un tour para 3 días, $750 bol / persona. (Supuestamente de oferta), en el jeep nos metimos siete personas. Iniciamos con un viaje a…   …el cementerio de trenes, ahora nos tocó verlo de día, no es la misma cosa. Luego de eso fuimos al salar, como esta temporada es de lluvias, parte del salar se inunda y tuvimos que entrar por una parte más alejada, lo que implicaba perderse la isla del pez, sus cardones y su Patagona gigas. Primera parada en un puesterío de artesanías de sal, luego al salar, por primera vez lo veré lleno de agua. El guía nos prepara la comida en el hotel de sal, luego de un rato al fin nos dirigimos al salar. Con una capa de agua el salar se convierte en un espejo gigantesco que borra la línea del horizonte e invierte los vértices, dejando las nubes en el suelo y las rocas en el cielo, una imagen surreal que se presta para soltarle rienda a la imaginación y jugar con la cámara, a muchos les da por jugar con la perspectiva, saltar, devorarse unos a otros y otros simplemente acuden a despojarse de las ropas y exhibir su desnudez al desierto (y a los demás turistas).

En el coche ibamos Jean Philippe, Nick y Amán, además de nosotros, y a mí me tocó al final, lo que significó un tortuoso camino hasta el campamento. En la noche y a casi 4mil metros de altitud, presenciamos una hermosa luna llena que era quizá la más grande que yo haya visto hasta ahora. Llegamos al hostal. Un cuarto de adobe, afuera un cielo más que estrellado y el viento que dobla entre las paredes golpeando puertas y silbando entre los muros y los techos de lámina. Mucha cena, mucho té de coca.

A la mañana siguiente salimos temprano, se nos cruzó un hato de llamas guiado por su pastora. Luego el desierto de las rocas, 20 minutos y a seguir, breve parada para ver el volcán Licancabur (que se comparte con Chile).  Finalmente llegamos a las lagunas trasandinas, algunos flamencos menos que los que vi la vez anterior, también el agua parece tener menos nivel y hay mucho más afloraciones de Borax. Me fui por ahí a explorar unas construcciones viejas, siempre las casas abandonadas me han llamado la atención desde que era niño.
Seguimos por estos desiertos andinos, se atraviesa una solitaria ñuma (Pterocnemiapennata) una especie de ñandú menor, unos Tinamús del atacama. El desierto parece interminable, con rocas  cuadradas esparcidas por aquí y por allá, la perspectiva juega bromas y las distancias se distorsionan, de vez en cuando el paisaje se ve quebrado por algunos grupos de vicuñas, yo fantaseo que detrás de alguna roca se esconde un “stormtrooper” de la guerra de las galaxias. En una de las lagunas nos apostamos a comer, mientras el guía prepara la refección, nosotros salimos a tomar fotos de algún ave acuática, el viento no perdona y al poco rato debemos refugiarnos. Yo subo a una roca y lo contemplo tan inmenso y desolado, una vicuña vaga por ahí. Pensábamos hacer un tributo a los 43 chicos de Ayotzinapa con las piedras del desierto, pero alguien se nos había adelantado, es lindo saber que existe la conciencia.

Seguimos y llegamos a la “Laguna Colorada” a las vísperas de la reserva Eduardo Avaroa. La laguna atiborrada de crustáceos se pinta de magentas carotenoides que los flamencos (las 3 especies que hay acá) pastan parsimoniosamente. También hay gaviotas, Avocetas andinas, algunos patos andinos y en los bordes canasteros y jilgueros de los andes. Entramos al parque $75 bol x persona, uff…    …hace seis años costaba 10 bolivianos! Llegamos al área de acampada de la compañía, nos toca un cuarto de piedra, al rato nos llaman al comedor, hay mate de coca, galletas y alguna otra cosa de comer, en las paredes hay un cartel en varios idiomas sobre un chico chileno de apellido inglés, perdido entre Uyuni y Atacama hacía cosa más de un mes. Ilusamente decidimos ir al extremo de la laguna rosada que nos quedaba cerca, caminamos dos horas y en el camino nos encontramos con otras tres personas que lo intentaron y tampoco lo lograron, nuevamente la perspectiva nos jugaba una mala pasada. Al regreso el sol ya se había ocultado y el viento comenzó a ponerse helado y con una mano intentaba agarrarme el sombrero, el viento se colaba entre los huecos de la chaqueta y me enfriaba, me tapé el pecho con el sombrero, pero la mano se iba poniendo azul de frío, tenía que intercambiarla constantemente. Al final llegamos al campamento casi a tiempo para la cena, en la noche las estrellas tapizaban el cielo, casi no había espacio para otra luz, sin un trípode no pude obtener la foto que deseaba.

Al día siguiente salimos muy temprano (y muy frío) rumbo a los géiseres, a 5000 metros de altitud, un paisaje paleozoico. Luego nos movemos a las aguas termales, la vez anterior no me metí porque quise sacar fotos de las aves y el frío era demasiado. Ahora no lo iba a dejar pasar. Metido en una poza termal atiborrada de chicas chilenas, argentinas y europeas, uff…    …por cierto, como no traía ropa, me metí desnudo y al salir los bañistas me vitoreaban, no sé si por el valor de meterme desnudo o por el valor de aguantar el frío externo,  una japonesa me sacó una serie de fotos hasta que me vestí por completo. A las 10:30 debíamos salir de ahí, porque nos íbamos rumbo a la frontera con Chile.


Llegamos, fuimos de los primeros en la fila, ya traíamos el boleto del transporte que nos llevaría hasta San Pedro de Atacama. Sellamos rápidamente los pasaportes y hasta pronto Bolivia!

























43 narcogobierno

43 ayotzinapa



















sábado, 25 de abril de 2015

El Potosí




Calle de La Paz y el Potosí al fondo

“Es tan grande que vale un potosí”  dice en cierto momento Don Quijote. Y no es por cualquier cosa, aquí está la mayor mina de plata del virreinato español, aquí se consumieron muchos pulmones, muchas manos, muchas piernas para alimentar la corona de los reyes católicos de España. Estamos en la ciudad capital de provincia más alta de Bolivia con sus 4000 metros sobre el nivel del mar.

Llegamos acá después de una noche de viaje desde La Paz y por 90 pesos bolivianos. Un taxi nos lleva al centro y ahí nos quedamos en el hotel de la compañía de Jesús que sigue teniendo un árbol de cerezo en el patio. Dejamos las maletas y salimos a andar de nuevo por estas calles que hace un lustro no pisábamos. Visita al mercado a comer algo, luego preguntamos por la forma de llegar al “Ojo del Inca” unas aguas termales situadas a 30km de la ciudad. Nos indicaron de buscar el mercado de abastos (que queda muy cercano a la terminal antigua) y de ahí tomar uno de los colectivos que van hacia el sitio. Ahí estábamos, llega el colectivo y nos subimos, en un santiamén se atiborró de gente, que gritoneaba y pugnaba por conservar u obtener un asiento. Así nos fuimos yendo, llegamos a un cruce donde nos bajaron, de ahí había que caminar unos 3km hasta el pozo de agua termal. Era mediodía y aunque había sol, se sentía un viento helado.

La entrada cuesta 10 $ Bol y al poco tiempo nos dimos que no hay muchas reglas, solo una, de preferencia no morirse adentro del local. La poza es muy grande y el agua tiene una temperatura muy agradable, cruzarlo nadando debe ser una especie de suicidio.  El local estaba abarrotado por hippies argentinos y chilenos. Algunos empezaron a desnudarse y meterse al agua, ante el asombro de un par de chilenos y la indiferencia del guardia. Eso era indudablemente una invitación a hacer lo mismo, me metí desnudo y luego me llené todo de barro.
Bañistas del ojo del Inca

Al regreso nos encontramos con gente que andaba cerrando el carnaval, nos invitaron a celebrarlo en su comunidad que estaba muy cercana, decidimos que sería en otra ocasión.

De vuelta en la ciudad nos propusimos ir al famosísimo cerro del Potosí, del mercadito tomamos un colectivo que nos llevó a pasear por toda la ciudad, nos dejó al final de la ruta en una parte alta, ahí encontramos a un taxista, que por $100 nos llevó y nos esperó media hora allá en la capilla.
Mientras uno va a subiendo ese suelo marciano se encuentra con las bodegas y maquinarias dispersas en el camino, con las casuchas de piedra de los veladores y los túneles donde “El Tío” cuida a los mineros. Llegamos a la parte alta del santuario, una capilla vieja y abandonada, llena de grafitis y convertida en terreno de antenas repetidoras. Desde acá la ciudad se contempla plena de barro y piedra, hermosa sumergida entre montañas, con los tonos del atardecer se vuelve una escena dramática donde los pastos se vuelven de fuego. El viento que dobla y gira sobre sí mismo, es helado y no deja escuchar lo que dice el otro ¿o será que nadie habla ante el sobrecogimiento del lugar?

Sigo pensando en los mineros que murieron acá, cuyos promedios de vida era de 35 años, pero generalmente no pasaban de los 3 años inhalando los vapores del interior del cerro. ¿Cuántas historias guarda este cerro en sus entrañas? ¿Cuántas pasiones? ¡Cuántos sufrimientos! ¿Cuántos rezos al tío? ¿Cuántos poemas dedicados a la mujer amada?…     …solo el cerro lo sabe.

Comenzamos a bajar, pero no me quiero ir, siento que me falta escuchar más. El taxi nos dejó donde comenzamos y de ahí bajamos caminando a la ciudad. Al día siguiente salimos rumbo a Uyuni.

Ehecatzin.


Fantasmas nocturnos del frío Potosí

Hotel Companía de jesús

Comedor en el Mercado


Rio antes de subir al Ojo del Inca


Paisaje del camino

cosas que se encuentra uno al costado del camino...

Cerrando el Carnaval
Don Emeterio Mamani