 |
Calle de La Paz y el Potosí al fondo |
“Es tan
grande que vale un potosí” dice en
cierto momento Don Quijote. Y no es por cualquier cosa, aquí está la mayor mina
de plata del virreinato español, aquí se consumieron muchos pulmones, muchas
manos, muchas piernas para alimentar la corona de los reyes católicos de
España. Estamos en la ciudad capital de provincia más alta de Bolivia con sus
4000 metros sobre el nivel del mar.
Llegamos
acá después de una noche de viaje desde La Paz y por 90 pesos bolivianos. Un
taxi nos lleva al centro y ahí nos quedamos en el hotel de la compañía de Jesús
que sigue teniendo un árbol de cerezo en el patio. Dejamos las maletas y
salimos a andar de nuevo por estas calles que hace un lustro no pisábamos.
Visita al mercado a comer algo, luego preguntamos por la forma de llegar al
“Ojo del Inca” unas aguas termales situadas a 30km de la ciudad. Nos indicaron
de buscar el mercado de abastos (que queda muy cercano a la terminal antigua) y
de ahí tomar uno de los colectivos que van hacia el sitio. Ahí estábamos, llega
el colectivo y nos subimos, en un santiamén se atiborró de gente, que
gritoneaba y pugnaba por conservar u obtener un asiento. Así nos fuimos yendo,
llegamos a un cruce donde nos bajaron, de ahí había que caminar unos 3km hasta
el pozo de agua termal. Era mediodía y aunque había sol, se sentía un viento
helado.
La entrada
cuesta 10 $ Bol y al poco tiempo nos dimos que no hay muchas reglas, solo una,
de preferencia no morirse adentro del local. La poza es muy grande y el agua
tiene una temperatura muy agradable, cruzarlo nadando debe ser una especie de
suicidio. El local estaba abarrotado por
hippies argentinos y chilenos. Algunos empezaron a desnudarse y meterse al
agua, ante el asombro de un par de chilenos y la indiferencia del guardia. Eso
era indudablemente una invitación a hacer lo mismo, me metí desnudo y luego me
llené todo de barro.
 |
Bañistas del ojo del Inca |
Al regreso
nos encontramos con gente que andaba cerrando el carnaval, nos invitaron a
celebrarlo en su comunidad que estaba muy cercana, decidimos que sería en otra
ocasión.
De vuelta
en la ciudad nos propusimos ir al famosísimo cerro del Potosí, del mercadito
tomamos un colectivo que nos llevó a pasear por toda la ciudad, nos dejó al
final de la ruta en una parte alta, ahí encontramos a un taxista, que por $100
nos llevó y nos esperó media hora allá en la capilla.
Mientras
uno va a subiendo ese suelo marciano se encuentra con las bodegas y maquinarias
dispersas en el camino, con las casuchas de piedra de los veladores y los
túneles donde “El Tío” cuida a los mineros. Llegamos a la parte alta del
santuario, una capilla vieja y abandonada, llena de grafitis y convertida en
terreno de antenas repetidoras. Desde acá la ciudad se contempla plena de barro
y piedra, hermosa sumergida entre montañas, con los tonos del atardecer se
vuelve una escena dramática donde los pastos se vuelven de fuego. El viento que
dobla y gira sobre sí mismo, es helado y no deja escuchar lo que dice el otro
¿o será que nadie habla ante el sobrecogimiento del lugar?
Sigo
pensando en los mineros que murieron acá, cuyos promedios de vida era de 35
años, pero generalmente no pasaban de los 3 años inhalando los vapores del
interior del cerro. ¿Cuántas historias guarda este cerro en sus entrañas?
¿Cuántas pasiones? ¡Cuántos sufrimientos! ¿Cuántos rezos al tío? ¿Cuántos
poemas dedicados a la mujer amada?…
…solo el cerro lo sabe.
Comenzamos
a bajar, pero no me quiero ir, siento que me falta escuchar más. El taxi nos
dejó donde comenzamos y de ahí bajamos caminando a la ciudad. Al día siguiente
salimos rumbo a Uyuni.
Ehecatzin.
 |
Fantasmas nocturnos del frío Potosí |
 |
Hotel Companía de jesús |
 |
Comedor en el Mercado |
 |
Rio antes de subir al Ojo del Inca |
 |
Paisaje del camino |
 |
cosas que se encuentra uno al costado del camino... |
 |
Cerrando el Carnaval |
 |
Don Emeterio Mamani
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Agradecemos los comentarios, críticas y aportaciones desde que se hagan en un marco de respeto hacia los lectores y creadores de este blog. ¡gracias!