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Coroico |
Estuvimos todo el día en Santa Cruz de la Sierra,
hacía ya varios años que no pasaba por acá, fuimos a los lugares de siempre, al
mercado de las tejas, a la plaza principal donde sus vendedores de café muy
uniformados pasean lo carritos vendiendo el café a 3 bolivianos. Por la tarde y
fuimos a comer a unos restaurantes que hay enfrente de la terminal de
autobuses, ahí conocimos a Jean, un franco-australiano que se sentía feliz de
poder comunicarse con alguien en inglés en varios días. En la terminal vi a
unas mujeres jóvenes y ancianas, con niños y solas sentadas en el piso y
vendiendo algunos productos. Me acerqué y compré un par de bolsitas. Su aspecto
bastante diferente al de los indígenas andinos me llamó la atención, así que
les pregunté su origen étnico, me dijeron que eran de la nación Ayoreo, un grupo nómada de la región
del Chaco, me conmoví, estaba ante un grupo de personas cuya forma de vida está
en franca extinción. Pensé en los siglos que debieron transcurrir en la
formación de su pueblo y en los siglos de resistencia ante la occidentalización
que al final parece terminar de tragárselos.
Salimos por la noche rumbo a Cochabamba, ahí hicimos
un transborde rápido rumbo a La Paz.
En la Paz planeábamos estar una o dos noches, así que
buscamos pronto un alojamiento en el centro, se veía muy diferente la ciudad
sin el alboroto del carnaval, pero subir esas calles a más de 3000 metros de
altura seguía siento igual de difícil. Nos alojamos y salimos a andar por ahí.
Me decidí a hacer un madonnari enfrente de la Iglesia de San Francisco. Había restos
de un madonnari que un chileno había realizado el día anterior. Elegí un
Emiliano Zapata para esta ocasión. La gente comenzó a agolparse y entre la
multitud escuché un grito que dijo “a ese Emiliano le falta el pañuelo rojo en
el cuello” – en definitiva era alguien que sabía. Me resultó muy curioso ver
como las señoras con sus trajes enormes venían a dejarme monedas. Al final del
trabajo un hombre se me acercó y me dijo sentirse conmovido, me dio un abrazo,
él indígena de unos 60 años me comentó que estuvo en las protestas de “El Alto”
que culminaron con la renuncia del presidente Sánchez de Losada en 2003.
Coroico
Unos días después decidimos ir a visitar “Los Yungas”
por la famosísima “Carretera de la muerte”. Primero para llegar a la estación
de la que salen los minibuses que van a Coroico, es toda una odisea, hay que ir
en taxi a una terminal que está lejísimos que se llama “Terminal Minasa”, se puede ir en bus, pero con tanta maleta no
podíamos hacerlo. Una vez en la terminal Minasa, nos subimos a un minibús de “villa
Fátima”, bien apretados para 9 personas, se meten 11.
El trayecto en sí mismo vale mucho la pena, como
empieza uno a salir de la capital, los suburbios, la represa Incachaca que
suministra agua a la ciudad. La puna de pronto se congela estamos entre picos
nevados, y podemos ver algunos osados que han acampado por allí. Se alcanza una
altura máxima de unos 4000 metros de altura y entonces se empieza un descenso
hasta Coroico. Por la carretera se ven los ciclistas que van a bajar por la “Carretera
de la muerte”, se comienzan a ver “Los Yungas” que es el bosque de niebla
andino, aquí, dicen, se puede ver al Oso de Anteojos, Oso andino o Jucumarí
(Tremarctos ornatos).
Seguimos descendiendo y se pone más verde el paisaje
con helechos arborescentes y muchas epífitas, el calor empieza a aumentar y
tenemos que quitarnos las chamarras. Como la carretera se está mejorando (la
actual tiene muchos deslaves) debemos tomar un camino alternativo que es menos
cómodo pero más interesante.
Finalmente llegamos a Coroico y nos instalamos tan
rápido como pudimos. Coroico es un pueblito pequeño y pintoresco, con estrechas
calles, que en el momento estaban de mantenimiento. Dicen que en estas montañas de Coroico se puede ver
el “Tunki” (gallito de las rocas en español, Rupicola peruviana en latín). Aquí en Coroico hay una serie de
cascadas que se pueden visitar, se puede ir en taxi o caminando, en realidad el
pasaje es barato, pero decidimos ir caminando. Solo llegamos a la primer
cascada después de 7km, la verdad es que no es nada impresionante, incluso
tenía un poco de basura, sin embargo en el camino se pueden observar
asentamientos rurales y algo de las costumbres locales.
Ya de vuelta en el pueblo comimos en el mercado local,
un buen api con buñuelos y asistimos a unos encuentros deportivos de la región.
El pueblo es pequeño y apacible, y por la tarde en la plaza, vimos algo de lo
más característico de la región, los Afrobolivianos
gente de origen africano, que escapó de la esclavitud y se refugió en los
yungas, integrándose con las comunidades indígenas. Es muy curioso ver a las
mujeres de crespos y rizados cabellos, trenzados y ataviadas con la
indumentaria de las cholitas, es una situación cultural bastante compleja.
Al día siguiente salimos temprano rumbo a La Paz, en
el minibús conocimos a un Suizo que lleva varios años viviendo en Coroico a
raíz de su matrimonio con una boliviana, otra historia que merece un capítulo
aparte. Pretendíamos llegar a la Paz y de ahí salir pronto rumbo a Puno (Perú).
Sin embargo nos topamos con que la carretera estaba bloqueada por las protestas
de la gente de Arequipa (Perú) contra las mineras. No tuvimos más remedio más
que quedarnos unos días más en La Paz, hasta el bloqueo terminar.
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Mercado de las Tejas en Santa Cruz |
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Catedral de Santa Cruz |
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Arte en Madera, en Santa Cruz |
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Mercadito en el centro cultural de Santa Cruz |
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Cafeceros de Santa Cruz |
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Jean |
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Bolsitas de los Ayoreo, la de la derecha es de "Gravatá" una fibra vegetal. |
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Calle de las Brujas en La Paz |
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Los Yungas |
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Esperando que abran el camino |
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En la plaza principal de Coroico |
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Coroico |
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Cascada de Coroico |
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Afrobolivianos en Coroico |
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amanecer con lluvia y neblina en Coroico |
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En Tiempos tan obscuros abundan falsos profetas |
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Rostros de La Paz |
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Madonnari en la plaza de San Francisco |