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lunes, 11 de mayo de 2015

Santiago, Valparaíso y Horcón

Chile es probablemente el más caro de los países sudamericanos en algunos aspectos, sobre todo aquellos como hospedaje y alimentación, sorpresivamente en cuanto a transporte es relativamente barato, sobre todo cuando se le compara con México, Argentina o Brasil. Ir desde Antofagasta a Santiago nos salió como en 18,000 pesos (chilenos) por persona (poco más de 28 dls). Aquí cabe comentar que en temporada de vacaciones los precios de los pasajes aumentan y varían de acuerdo al sitio dentro del autobús, también se agotan rápidamente, pareciera que todo Chile se va de vacaciones. Por cierto que nos tocó en vacaciones de verano así que las terminales de autobuses estaban atestadas.

Viajamos toda la noche y casi todo el día, ahorrándonos así una noche de hospedaje, aunque eso implique perderse parte del paisaje. De tanto andar en autobús mi espalda ya tiene casi un ángulo de 120°. Llegamos aproximadamente a las 6:30pm a la estación central y de ahí comenzamos a caminar por la avenida independencia en la búsqueda de un hotel. Encontramos uno que se llama “Maya” y que tenía muchos adornos alusivos a México, el costo fue de $45,000 por los cuatro (lo que para nosotros era casi una fortuna). Al día siguiente salí temprano al día siguiente a buscar un lugarcito más barato donde quedarnos, sobra decir que la búsqueda fue infructuosa. Entonces decidimos que no podríamos quedarnos mucho tiempo en Santiago. Salir esa misma noche rumbo a Temuco era la mejor opción, primero dejar los bultos por ahí y luego salir a conocer un poco la ciudad, pero al llegar a la terminal vi un anuncio que decía “Horcón $ 9000”, pregunte que era y la mujer me indicó que se trataba de una playa muy relajada, se me prendió un foco en la cabeza, se propuso en asamblea urgente al grupo y en unos segundos fue apoyada la moción!

Horcón y Playa Luna

Después de menos de 3 horas llegamos a Horcón, es un asentamiento pequeño de casas de madera a la orilla del mar pacífico, con gente muy amable y desinhibida. Ahí sobran cabañas y chalets para rentar, parece que es destino de los Santiagueños en fin de semana. Rentamos un cuartito con baño privado y cocineta por 20,000 pesos al día. Nos enteramos que por ahí había una de esas playas donde la gente se pasea en cueros. Decidimos experimentar, fuimos a dejar nuestras cosas, compramos algo de comer y a caminar rumbo a la famosa Playa Luna que queda a unos 4km del pueblo caminando por la playa, es evidente que la situaron lo más lejos posible del pueblo, probablemente para salvar del rubor a las personas de “buena moral” o evitar que los chiquillos del pueblo puedan avistar la “ofensiva” desnudez de los osados visitantes. En el camino se observan playas pequeñas que quedan debajo de acantilados, sobre los cuales se asientan barrios exclusivos, cuyos rubios habitantes bajan de vez en cuando a jugar al mar, me recuerda la canción que cantaba Victor Jara “Las casitas del Barrio Alto”.

Playa Luna está situada en una zona de reserva donde anidan gaviotas y piqueros (Sula) y se pueden observar bastantes aves marinas. Como en todas las playas nudistas del mundo, se tienen ciertas reglas que tienen por objetivo preservar la convivencia y el respeto entre los visitantes. Igual que en la mayoría de las playas nudistas del mundo, está poblada principalmente por hombres solitarios, sin embargo también la visitan familias y grupos femeninos, tiene una especie de “Administrador”, un tipo que al parecer se ha apoderado del movimiento nudista en esa playa y que no todos los visitantes tienen por buena estima, el tipo tenía una novia digna de hacerle una pintura. Por su ubicación la playa no es la gran cosa, es pequeña y hay mucha piedra, además de la enorme cantidad de sargazos que arrojó el mar ese fin de semana. Sin embargo en los atardeceres regala hermosos cuadros de amarillos y tonos de pastel aderezados con ostreros, gaviotas, pelícanos y otras aves marinas.
Estuvimos todo el fin de semana en Horcón, luego nos movimos a Valparaíso.

Valparaíso y Viña del Mar
Llegamos justo un día después de que se terminó el Festival de Viña del Mar, creo que Alejandro Fernández anduvo por allí. Así que decidimos instalarnos en Valparaíso que es más barato y está a tiro de piedra de Viña. Allá se puede subir a los funiculares, ir al mercado o andar por la costanera viendo a los lobos marinos que se amontonan sobre una estructura de concreto que está en el mar o ver a los bañistas amontonándose en las playas locales, al lado de una de las cuales está el “Tren más lento del mundo”. 

Fuimos a Viña a conocer el recinto donde se lleva a cabo el festival y vimos como sacaban las últimas estructuras del escenario. Visitamos la plaza principal y el museo Fonck en cuyo exterior se encuentra uno de los Moai (escultura de la cultura Rapa Nui de la Isla de Pascua) que se exhibe como auténtico, el museo estaba cerrado.
Al día siguiente salimos de vuelta a Santiago como parada antes de llegar a Temuco.

Santiago
“llegaron desde Chicago, unos tipos con corbata
en una suite de Santiago y sin pisar Chuquicamata…”
Tarareo en mi mente “Violetas para Violeta” de Joaquín Sabina, pienso en Salvador Allende, Víctor Jara y Violeta Parra.

Acá quedé de verme con Misael, un buen tipo que tuve suerte de conocer en el Cañón del Colca algunas semanas atrás. Desde allá él se ofreció a darme un tour por la ciudad. Acordamos vernos en “La Moneda”, él, cual Quijote y Rocinante, llegó montado en su inseparable bicicleta.  Nos llevó a ver el Palacio de la Moneda, la calle de los Negocios bancarios, explicándonos cosas de la arquitectura y la dinámica comercial del centro de la ciudad. Al ser estudiado en Arquitectura e Historia, nos daba una perspectiva nueva, descubriendo detalles que de otra forma obviaríamos irremediablemente. Fuimos a la plaza principal, a la ex-estación de tren de Mapucho (que ahora es museo), al río del mismo nombre, a los mercados antiguos y al mercado nuevo que se llama Tirso de Molina (como el poeta español). Después de una buena comida en el mercado, compramos unos arándanos (que acá son increíblemente baratos) y otras frutas. Fuimos al paseo del Parque Forestal (que va paralelo al rio Mapocho) , una especie de boulevard arbolado, que es un área de congregación de jóvenes y paseantes, lindo y relajante en verdad.

Nos dejó en la entrada del monte de Santa Lucía, que para mí es una especie de “mini Chapultepec” con un castillito encima, jardines, estatuas y una vista increíble de la ciudad. Anduve vagando un poco, me entretuve leyendo los melosos mensajes de amor de los enamorados, que frecuentan el paseo y que no tienen empacho en demostrarse públicamente la pasión. Me senté a contemplar el atardecer hasta que el sol rayó el horizonte y nos echaron a todos del monte. Luego fuimos a la plaza principal, estuvimos un rato ahí, charlando con la gente y escuchando a un predicador que tenía hipnotizado a más de un perplejo.

Nos trepamos al metro y nos fuimos a la central, con boleto en mano y miras hacia Temuco.

Chile es un país muy ordenado, pareciera que hay bastante disciplina, las calles lucen limpias para ser Latinoamérica, los coches ceden el paso, la gente te habla de Ud, aunque también en un principio son algo serios, casi como introvertidos, me enteré que allá no se festeja el carnaval porque la dictadura lo prohibió y no se le ocurrió volver con la democracia. Parece que hay muchas cosas que se heredaron de la dictadura, me parece también el más serio de los países latinoamericanos que conozco. Santiago es una capital “pequeña” para lo que estoy acostumbrado, tiene alrededor de 6 millones de habitantes, es tranquila y limpia, aunque también tiene sus zonas inseguras (como cualquier gran urbe), personalmente puedo decir que me gustó.







Playa Luna









Bañistas en Playa Luna

Bañistas en Playa Luna








El tren mas lento del mundo





Viña del Mar (donde se hace el Festival)


El Palacio de la Moneda!



El Gran Misael, explicándonos la historia y arquitectura de Santiago!





Rio Mapocho






















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